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jueves, 25 de abril de 2013



Nació en 1843 en las Palmas de Gran Canaria en una familia de clase media. Empezó a estudiar derecho pero no terminó la carrera para dedicarse a escribir. Viajó por diversos países europeos. Fue diputado pero sus ideas liberales y republicanas perjudicaron su carrera como escritor. Entró en la Real Academia Española el 1894. Fue un posible candidato al premio Nobel pero sus enemigos políticos le boicotearon. Murió en 1920.


Su obra es muy amplia y abarca casi todos los géneros, sin embargo, destaco en el género narrativo. Podemos dividir su obra narrativa en tres bloques:

-Los Episodios Nacionales: son un conjunto de libros que constituyen una crónica de los conflictos de la historia de España entre 1805 hasta 1875. Este fragmento es representativo de este bloque (“Trafalgar”):
«Los cabellos blancos que hoy cubren mi cabeza se erizan todavía al recordar aquellas tremendas horas, principalmente desde las dos a las cuatro de la tarde. Se me representan los barcos, no como ciegas máquinas de guerra, obedientes al hombre, sino como verdaderos gigantes, seres vivos y monstruosos que luchaban por sí, poniendo en acción, como ágiles miembros, su velamen, y cual terribles armas, la poderosa artillería de sus costados. Mirándolos, mi imaginación no podía menos de personalizarlos, y aun ahora me parece que los veo acercarse, desafiarse, orzar con ímpetu para descargar su andanada, lanzarse al abordaje con ademán provocativo, retroceder con ardiente coraje para tomar más fuerza, mofarse del enemigo, increparle; me parece que les veo expresar el dolor de la herida, o exhalar noblemente el gemido de la muerte, como el gladiador que no olvida el decoro de la agonía; me parece oír el rumor de las tripulaciones, como la voz que sale de un pecho irritado, a veces alarido de entusiasmo, a veces sordo mugido de desesperación, precursor de exterminio; ahora himno de júbilo que indica la victoria; después algazara rabiosa que se pierde en el espacio, haciendo lugar a un terrible silencio que anuncia la vergüenza de la derrota.»

-Novelas de tesis: hacen una crítica de la intolerancia y el fanatismo, enfrentando a dos grupos totalmente opuestos (tradicional y progresista) La novela más representativa es Doña Perfecta (1876):
« Su hechura biliosa y el comercio excesivo con personas y cosas devotas, que exaltaban sin fruto ni objeto su imaginación, habíanla envejecido prematuramente, y siendo joven no lo parecía. Podría decirse de ella que con sus hábitos y su sistema de vida se había labrado una corteza, un forro pétreo insensible, encerrándose dentro como el caracol en su casa portátil. Doña Perfecta salía pocas veces de su concha.
Sus costumbres intachables y la bondad pública que hemos observado en ella desde el momento de su aparición en nuestro relato, eran causa de su gran prestigio en Orbajosa. Sostenía además relaciones con excelentes damas de Madrid, y por este medio, consiguió la destitución de su sobrino. Ahora, como se ha dicho, hallámosla sentada junto al pupitre, que es el confidente único de sus planes y el depositario de sus cuentas numéricas con los aldeanos, y de sus cuentas morales con Dios y la sociedad. Allí escribió las cartas que trimestralmente recibía su hermano; allí redactaba las esquelitas para incitar al juez y al escribano a que embrollaran los pleitos de Pepe Rey; allí armó el lazo en que este perdiera la confianza del Gobierno; allí conferenciaba largamente con don Inocencio. »

-Las novelas españolas contemporáneas: estas novelas describen la sociedad contemporánea dónde se describen distintas clases sociales, dando énfasis a las clases medias madrileñas. El autor se muestra más imparcial. Los personajes son más profundos y complejos. Algunas de las novelas de este período también está interesado por los temas espirituales.  La novela más representativa es Fortunata y Jacinta.
«  Iba [Fortunata] despacio por la calle de Santa Engracia y se detuvo un instante en una tienda a comprar dátiles, que le gustaban mucho. Siguiendo luego su vagabundo camino, saboreaba el placer íntimo de la libertad, de estar sola y suelta siquiera poco tiempo. La idea de poder ir a donde gustase la excitaba, haciendo circular su sangre con más viveza. Tradújose esta disposición de ánimo en un sentimiento filantrópico, pues toda la calderilla que tenía la iba dando a los pobres que encontraba, que no eran pocos... Y anda que andarás, vino a hacerse la consideración de que no sentía malditas ganas de meterse en casa. ¿Qué iba a hacer en su casa? Nada. Conveníale sacudirse, tomar el aire. Bastante esclavitud había tenido dentro de las Micaelas. ¡Qué gusto poder coger de punta a punta una calle tan larga como la de Santa Engracia! El principal goce del paseo era ir solita, libre. Ni Maxi, ni doña Lupe, ni Patricia, ni nadie podían contarle los pasos, ni vigilarla, ni detenerla. Se hubiera ido así... sabe Dios hasta dónde. Miraba todo con la curiosidad alborozada que las cosas más insignificantes inspiran a la persona salida de un largo cautiverio. Su pensamiento se gallardeaba en aquella dulce libertad, recreándose con sus propias ideas. ¡Qué bonita, verbigracia, era la vida sin cuidados, al lado de personas que la quieran a una y a quien una quiere!... 

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